sábado, 30 de agosto de 2014

En busca de Silva


José Asunción Silva



José Asunción Silva, muerto antes de la madurez, la critica no se ha fijado bastante en la poesía de Silva, se revela más intima y completamente en el estilo, y es allí donde hay que buscarle. 
La poesía emerge de las sombras y a ellas vuelve. En busca de la luz y de la claridad, sus poemas surgen de esas brumas.
He aquí el sentimiento Silvano del universo: El mundo es dinámico, todo está en proceso de hacerse y deshacerse, nada perdura en forma fija. La ley de las cosas y del hombre es el cambio, la evolución.


¡Nos parece indudable, después de este pequeño estudio de la poesía silvana, que Silva es un pos-romántico!

Aquí les comparto uno de sus poemas con el cual se expresa como para él el mundo y la muerte se identifican con la vida misma y donde todo parece encaminarse hacia la disolución y el no ser...

CREPÚSCULO 

Junto a la cuna aún no está encendida 
la lámpara tibia, que alegra y reposa, 
y se filtra opaca, por entre cortinas 
de la tarde triste la luz azulosa. 
Los niños cansados suspenden los juegos, 
de la calle vienen extraños ruïdos, 
en estos momentos, en todos los cuartos, 
se van despertando los duendes dormidos. 
La sombra que sube por los cortinajes, 
para los hermosos oyentes pueriles, 
se puebla y se llena con los personajes 
de los tenebrosos cuentos infantiles. 
Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo, 
corre y huye el triste Ratoncito Pérez, 
y la entenebrece la forma del trágico 
Barba Azul, que mata sus siete mujeres. 
En unas distancias enormes e ignotas, 
que por los rincones oscuros suscita, 
andan por los prados el Gato con Botas, 
y el Lobo que marcha con Caperucita. 
Y, ágil caballero, cruzando la selva, 
do vibra el ladrido fúnebre de un gozque, 
a escape tendido va el Príncipe Rubio 
a ver a la Hermosa Durmiente del Bosque. 
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Del infantil grupo se levanta leve 
argentada y pura, una vocecilla, 
que comienza: "Entonces se fueron al baile 
y dejaron sola a la Cenicentilla! 
Se quedó la pobre triste en la cocina, 
de llanto de pena nublados los ojos, 
mirando los juegos extraños que hacían 
en las sombras negras los carbones rojos. 
Pero vino el Hada que era su madrina, 
le trajo un vestido de encaje y crespones, 
le hizo un coche de oro de una calabaza, 
convirtió en caballos unos seis ratones, 
le dio un ramo enorme de magnolias 
[húmedas, 
unos zapaticos de vidrio, brillantes, 
y de un solo golpe de la vara mágica 
las cenizas grises convirtió en diamantes!" 
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Con atento oído las niñas la escuchan, 
las muñecas duermen, en la blanda alfombra 
medio abandonadas, y en el aposento 
la luz disminuye, se aumenta la sombra! 
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¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas, 
llenos de paisajes y de sugestiones, 
que abrís a lo lejos amplias perspectivas 
a las infantiles imaginaciones! 
Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos 
y que vais, volando, por entre lo oscuro, 
desde los potentes Aryos primitivos, 
hasta las enclenques razas del futuro. 
Cuentos que repiten sencillas nodrizas 
muy paso, a los niños, cuando no se duermen, 
y que en sí atesoran del sueño poético 
el íntimo encanto, la esencia y el germen. 
Cuentos más durables que las convicciones 
de graves filósofos y sabias escuelas, 
y que rodeasteis con vuestras ficciones, 
Las cunas doradas de las bisabuelas. 
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas 
que pobláis los sueños confusos del niño, 
el tiempo os sepulta por siempre en el alma 
y el hombre os evoca, con hondo cariño! 

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